Los mordiscos en infantil


Cómo evitar que los niños muerdan a sus compañeros

Aunque el problema de los mordiscos es normal, no debemos resignarnos a 'sufrirlos' con la esperanza de que desaparecerán con el tiempo, porque en muchos casos no es así. Hay que estudiar cuáles son las situaciones en las que existe mayor riesgo y debemos tratar de anticiparnos para reducir los comportamientos no deseados.

- Si al niño le están saliendo los dientes o está en una fase de exploración, hay que proporcionarle gran variedad de juguetes y cosas que pueda morder para calmarse (mordedores, galletas, zanahorias frías...).
- Si dos niños se suelen pelear a menudo por un mismo juguete, podemos comprar más ejemplares para que jueguen simultáneamente.
- Si suele morder cuando tiene hambre o está cansado, se puede acortar el tiempo de juego para que coma antes y pueda descansar.
- Si muerde para llamar la atención, se debería pasar un poco más de tiempo con él, pero siempre haciendo una actividad positiva (leer un cuento, jugar a la pelota...), nunca como consecuencia de haber mordido. Hay que evitar que el grupo de juego se aburra, esté nervioso en exceso o sea demasiado numeroso. Y, por supuesto, estar lo suficientemente atentos y cercanos para poder intervenir con rapidez en caso necesario.

Los conflictos entre los niños empiezan cuando se dan cuenta de que en la escuela ya no son el centro de las atenciones. Al principio, es normal que los niños pequeños, especialmente a los de entre 1 y 2 años, empiecen a llorar para conseguir la atención de los educadores. Es la forma que tienen para pedirles algo. También es posible que empiecen a morder todo, sin la intención de hacer daño, para aliviar la tensión por la salida de algún diente. Y como se encuentran en la fase oral, es normal que empiecen a llevar todo a la boca. La boca está relacionada con las muestras de cariño. Ellos no se dan cuenta de que cuando muerden pueden hacer daño hasta que los educadores les hagan entender. 


Los niños dejan de morder cuando son corregidos y cuando empiezan a desarrollar el lenguaje para relacionarse, y así solucionar sus problemas de una forma adecuada. Si a los 3 años de edad, el niño sigue mordiendo a otros niños, debemos enseñarle a pensar en lo que ha hecho. Los niños deben aprender a pedir perdón.
Los mordiscos son normalmente causados por uno de estos factores:

1. Sobreprotección.
Una de las consecuencias del exceso de protección es la baja tolerancia a la frustración. Si a un niño de 16 o 18 meses en casa se le concede todo lo que quiere, esperará que pase lo mismo en la escuela, y cuando sus compañeros le quiten un juguete o el pan reaccionará mordiendo o enrabietándose, porque no entiende el significado de la palabra “no”.

De ahí que sea fundamental ir enseñándoles, poco a poco, que no siempre se consigue lo que se desea.

2. Exceso de emoción, alegría o cariño.
Muchas veces lo que acaba pareciendo una agresión no deja de ser un acto de cariño un tanto efusivo. A esta edad no controlan bien la intensidad de sus actos y de sus emociones, por lo que cuando están más excitados, ilusionados o estimulados, pueden reaccionar con euforia y excederse en sus besos y caricias, llegando al mordisco.

En este caso, simplemente hay que ayudarles a regular la intensidad de sus expresiones afectivas (“tranquilo, abrázale más despacito” o “Toca a Jorge suavemente, mira así es como le gusta”). Separarles durante unos minutos de la situación que les activa (“salgamos un poco fuera, ven, siéntate un rato”) también puede ser eficaz.
3. Ausencia de lenguaje oral.
Cuando los niños aún no saben hablar, no pueden utilizar la palabra para resolver sus conflictos, entonces el mordisco y otras conductas agresivas les sirve, temporalmente, para expresar lo que quieren y lo que no les gusta. Podemos ayudarles mediando por ellos, pero sin olvidar que es algo transitorio.

Si vemos que se frustra, podemos intentar expresar sus necesidades y deseos por él (“¿te enfadas cuando Mario te coge el camión, verdad?” o “quieres que te haga caso, ¿es eso?)

4. Problemas con la dentición o necesidad de succionar (tras quitarles el chupete).
Cuando esto sucede pueden buscar cualquier cosa que llevarse a la boca, incluida la mano de otro niño. Podemos ofrecerles juguetes fríos para los dientes o comida fácil de masticar, señalando “no, eso no se muerde, puedes jugar con esto”. Hay una gran variedad de materiales para explorar (duros/blandos, ásperos/suaves, pesados/ligeros).

5. El pensamiento egocéntrico característico de esta edad.
Son incapaces de ponerse en el lugar de los otros y no comprenden por qué llora el niño al que muerden. Aún no están preparados para compartir, y luchan a toda costa por satisfacer sus deseos, con uñas y dientes “literalmente”.
Con el tiempo, irán desarrollando la empatía por los demás, mientras podemos ir enseñándoles que los otros existen y que tienen sentimientos que hay que tener en cuenta “ya sé que tú querías esta galleta, pero María también quiere un poco, dale un trocito”.

 Hasta aquí el post semanal 😊


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Bibliografía: guía infantil, tu psicología.com

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